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La Bestia.

Tomado de: La Maleva Cholula. Publicación en Facebook.

Dogmática, horrenda, así es la bestia, entidad pseudo milonguera que no sabe de su bestitud. La bestia es enorme, pero no en tamaño, sino en arrogancia y abuso. La bestia no entiende razones, no acepta un “no” por respuesta, a una pregunta que nunca hizo con los ojos. La bestia jamás te cabeceará, no sabe de códigos, no le importan los códigos. De repente, ya la tendrás encima extendiéndote la garra, exigiéndote una pieza, dos, tres, infinitas. La bestia tiene forma humana, como tú, como yo, parece tener corazón, entendimiento, pero no, no los tiene. A la bestia no le importa la música, por eso te sacará a bailar en las cortinillas, porque sabe que si espera no podrá competir con los que si respetan el tango. Cuando la bestia se ha hecho de una presa, sonríe maliciosamente, cual golum. La bestia te violentará mil modos, te hará manita de puerco y de elefante, mandará boleos, sacará del eje, marcará bolcadas, girará como lo que es, como una bestia absoluta, como su Dios bestia le dio a entender. Después de todo, está hecho a su imagen y semejanza. La bestia, en su incapacidad de asumirse como tal, se atreverá a querer enseñarte a bailar mientras bailan, creerá que todo lo sabe, que nació con el don del cachafaz. Por eso no toma clases, camina y abraza lindo, lindo, según ella misma y nadie más. La bestia te cantará al oído, tarareara, creyendo que eso te seduce. Lo suyo será el chamuyo de tres pesos, más bien balbuceo, preguntas huecas donde sólo cabrá el bostezo y el acoso. La bestia no se cansa, no tiene memoria, se vuelve acercar a ti, una y otra vez, olvidando que ya te ha fastidiado. Hay que tenerle miedo a la bestia, pavor, porque parece eterna, siempre está ahí, a la derecha, a la izquierda, cuando vas al baño para evitarla y te ves al espejo consternada, la sientes detrás y volteas asustada, respiras hondo porque sólo fue tu imaginación. Pero abres la puerta y ahí está, multiplicada, es real, de carne, de hueso. La bestia no se crea ni se destruye, sólo se transforma: en hombre, en mujer. También es omnimaldosa, sólo sabe agredirte, paso a pasito, de jalón en jalón, nunca espera a que termines un ocho, ella marca nueves o sepa dios. Debería haber letreros en las milongas que dijeran: “Prohibida la entrada a la bestia”, “Si eres la bestia abstenerte de entrar”. Pero el hecho, es que aunque existieran, la bestia entraría, porque en su bestialidad no pensaría que tal mensaje fuese para ella. De hecho, no piensa. La bestia te perseguirá a todas partes, y cuando creas que por fin la has librado, cuando ya te estés quitando los zapatos, se te acercara "inocentemente" y te exigirá sin el más mínimo escrúpulo que antes de irte bailes con ella. Si éste texto cayera en ojos de la bestia, si al menos supiera leer, sabría que una "a" no es una "b", y que siempre siempre un "no" es un "no". La bestia muere cuando la bella o el bello quieren. Quien entendió, entendió.

Por un mundo milonguero sin la bestia.

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